viernes, 27 de julio de 2012

Introducción


Se dice que solo las historias bonitas son las únicas recordadas por la gente, pues son cantadas, contadas e inmortalizadas por poetas, bardos y ancianos que las transmiten de generación en generación. La gran mayoría son recordadas por el mundo entero, popularizándose, narradas de mil maneras, titulándolas de diferentes formas, pero todas con el mismo objetivo, enseñar. Pero hay algunas que tan solo unos pocos saben, historias que un pequeño puñado de gente conoce. De esas personas se dice que son unos privilegiados, por el simple hecho de ser los únicos que conocen una historia bonita, un cuento o una canción.

No es por vacilar ni sentirme superior, pero creo que puedo referirme a mi mismo como uno de esos pocos privilegiados que conoce una de las más bonitas historias que nadie recuerda. Y todo ello, gracias a mi abuelo.

Hombre alto, de espalda ancha y espeso pelo cano. Guardián de secretos, acogedor cuentacuentos de manta y chimenea, soldado de la noche que velaba por nuestros sueños, sueños, que él mismo, intentaba hacer realidad con cada palabra. Así recuerdo yo a mi abuelo, un hombre bueno al que todos querían.

Aún no se porque fui elegido para conocer la historia que tan solo él conocía y que una vez, también le contó su abuelo. ¿Tal vez quería que yo la contase al mundo? Quizá, no lo sé, y puede que nunca lo descubra, lo único que tengo claro es que ha llegado la hora de que todos tengáis el privilegio de conocer una de las historias más bonitas que posiblemente solo yo conozca.

Fueron muchas las veces, o mejor dicho, las noches que le pedí me la contara y aún lo recuerdo como la primera vez que lo hizo. Se me erizó el bello con cada detalle, con cada canción que el recordaba a la perfección, tal y como su abuelo se la contó.

Me dijo tras narrar la historia cientos de veces, que cada generación debe aportar su granito de arena y titularla de la manera que crea conveniente. Y así he hecho yo.

Creo que ha llegado el momento de contárosla.

Sé que corren tiempos duros para todos y he decidido dar a conocer esta historia ahora, pues es hora de despertar al niño que todos llevamos dentro, de encender la magia de nuestros corazones e iluminar con ella la oscuridad del futuro incierto que nos espera.

Ha llegado la hora de desvelar a todos lo que ocurrió en aquella época perdida y de la que nadie sabe nada, hasta ahora. A esta historia la he titulada, “La canción del exilio”. Espero que sintáis en vuestro corazón lo que yo sentí hace tanto tiempo, que os guste y que lo convirtáis en una gran leyenda. Va por ti abuelo.


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